lunes, 2 de octubre de 2017

NATIONALISME, C'EST LA GUERRE

El último gran discurso de Mitterrand
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/1714-diario-del-ano-de-la-peste/2014/01/20/el-nacionalismo-es-la-guerra.html

17 de Enero de 1995

«Resulta que los azares de la vida quisieron que yo naciera durante la Primera Guerra Mundial y que hiciera la segunda. Así que me pasé mi infancia con familias desgarradas que lloraban sus muertos y guardaban un rencor y a veces odio contra el enemigo de ayer. ¡El enemigo tradicional! Aunque éste, señoras y señores, ¡lo hemos cambiado siglo tras siglo! Las tradiciones siempre han cambiado. Ahora tengo la ocasión de decirles que Francia ha luchado contra todos los países europeos, a excepción de Dinamarca, y uno se pregunta ¡por qué! Pero mi generación completa su curso, estos son sus últimos actos, este es uno de mis últimos actos públicos. Por eso es absolutamente necesario transmitirlo. Ustedes mismos han conservado la enseñanza de sus padres, que han padecido el sufrimiento de su país, que han conocido la pena, el dolor de la separación, la presencia de la muerte, todo ello simplemente por la enemistad de los hombres de Europa entre sí. Se debe transmitir no el odio, sino más bien la posibilidad de la reconciliación que debemos, cabe decirlo, a los que desde 1944-1945, desangrándose entre sí, desgarraban sus vidas personales demasiado a menudo. Uno tiene la audacia de imaginar lo que podría ser un porvenir más brillante fundado en la reconciliación y la paz. Esto es lo que nosotros hemos hecho.
No he adquirido mi propia convicción por casualidad. No he ganado en los campos alemanes donde era un prisionero, o en un país que fue ocupado tantas veces. Pero tengo recuerdos de una familia donde todavía se practicaban las virtudes de la humanidad y benevolencia, practicadas también por los alemanes, de quienes hablamos con animosidad.
Me he dado cuenta de que yo era un preso durante la huída. Conocí a los alemanes y luego me pasé algún tiempo en Baden-Württemberg, en la cárcel, y las personas que estaban allí, los alemanes con los que hablé, me di cuenta de que amaban Francia más de lo que nosotros amábamos Alemania. Digo esto sin querer abrumar a mi país, que no es más nacionalista que cualquier otro, sino para entender que todo el mundo ha visto el mundo desde donde estaba, y estos puntos de vista han sido generalmente distorsionados. Deben superar sus prejuicios.
Lo que pido aquí es casi imposible, porque se debe superar nuestra historia y, sin embargo, si no se supera uno debe saber que una norma prevalecerá, señoras y señores: ¡el nacionalismo es la guerra! La guerra no es solo el pasado, puede ser también nuestro futuro, ¡y son ustedes, señoras y señores, que ahora son los guardianes de nuestra paz, de nuestra seguridad y de su porvenir!»

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