miércoles, 31 de enero de 2018

ALIMENTANDO EL ALMA, UNA CRÓNICA SUECA

Sólo cuatro días, sí, pero intensos: Gran Canaria - Estocolmo, ida y vuelta. Con la disculpa de asistir al concierto en Suecia de alt-J, nos plantamos en el frío e invernal Estocolmo para encontrarnos, oh sorpresa, con una preciosa ciudad a contraluz y un intenso cielo azul despejado, con algún resto de nieve en las calles, pero nada más. Maravillosa ciudad, maravillosa arquitectura. 14 kilómetros caminamos el primer día...
14 kilómetros y dos ampollas, pero que me quiten lo bailado. Un paseo que comenzó visitando la Biblioteca Pública de Estocolmo, un soberbio y sobrio edificio proyectado por Asplund, construido a mediados de los años 20 del siglo pasado. La sala circular central es sencillamente sublime. Quedaba pendiente, donde también fuimos, el Cementerio del Bosque, de nombre impronunciable en sueco: Skogskyrkogården.
Antes paseamos por Norrmalm, Helgeandsholmen, Gamla Stan, y caminamos por el paseo marítimo Strandvägen hasta el Museo Vasa donde pudimos recorrer con calma, almorzando finalmente allí mismo, el impresionante barco rescatado del barro y en unas casi perfectas condiciones de conservación tras su naufragio en 1628. Al salir del museo ya anochecía y sólo eran las 4 de la tarde. La foto anterior, del paseo Strandvägen es justo cuando se ponía el sol, mucho frío pero una luz preciosa.
¿Qué puedo decir de esta ciudad donde la gente es educada y amable, cívica a más no poder, alta, guapa? La arquitectura, el diseño, las tiendas de muebles, de lámparas... ¿Una pega? los restaurantes cierran demasiado pronto para un español, pero todo es adaptarse, ¿o no? Estos pequeños placeres de la vida alimentan el alma, al menos la mía. Estocolmo, ir y repetir, sin duda.



























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