miércoles, 22 de marzo de 2017

VELOCIDAD, FLEXIBILIDAD Y ALTURA DE MIRAS

Hablar de Urbanismo es incluso más difícil que hablar de Arquitectura, son hermanas, bien avenidas, aunque no siempre. Además debemos unir otros parientes como las leyes, las ordenanzas, el planeamiento, etc. Y si a todo esto le unimos la palabra maldita, "prevaricación", se acabó lo que se daba. Errar ya no existe, se prevarica, uno no se equivoca ahora. ¿Cómo luchar con esta pared frente al obligado y necesario desarrollo de nuestras ciudades? Complicado planteamiento y difícil respuesta.
Yo empezaría hablando de la velocidad con la que la sociedad avanza, mucho más rápido que las leyes, de manera que -utilizando el sentido común- (sí, lo sé, soy un ingenuo), pudiera haber mecanismos legales para que puntualmente se resolvieran los problemas surgidos, con altura de miras, pensando en el ciudadano y en el bien común. Pongamos un ejemplo:
  • Un barrio del centro de una ciudad cualquiera tiene un edificio que está cerrado, sin uso, por las circunstancias que sea. Un promotor decide rehabilitarlo completamente, cambiarle las carpinterías, las instalaciones, colocar un ascensor para hacerlo accesible, remozar la fachada completamente, etc., de manera que se pueda habitar y embellecer en lo posible la zona en la que se ubica..
  • Acude al Ayuntamiento a pedir la licencia y ahí que empieza su periplo, todo son problemas; que si no puede poner el ascensor, que si la escalera no cumple, que si la luz de obra, el agua, que si esto que si lo otro.
  • Finalmente, en muchos de los casos, el promotor desiste, tira la toalla, y el edificio continúa cerrado, sin uso, arruinándose día tras día (si no se llena de okupas, por ejemplo), afeando el barrio y constituyendo, en el mejor de los casos, un lugar para que se acumule la basura, las ratas, las palomas...
  • Epílogo: la ciudad sigue teniendo un edificio que se deteriora día a día perdiendo la oportunidad de que cuatro, cinco, las familias que sean, se muden al barrio, paguen sus impuestos ayudando a las arcas municipales, compren en los supermercados de la zona, coman en sus restaurantes, etc., etc.
  • ¿Quién gana? Perdemos todos.
¿Qué ha faltado ? Altura de miras, flexibilidad y mecanismos legales para que esto no funcione, para que casos como éste y como tantos otros encuentren en la Administración una fórmula legal que permita soluciones. ¿Quién ganaría? Todos: la ciudad, los ciudadanos que la moran y disfrutan, el desarrollo, la economía. Repito, todos.

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