lunes, 18 de marzo de 2024

HUMOR, REMEDIO INFALIBLE

 


SACUDIÉNDOME

 
Nina Simone, *Sinnerman.

12°. Maravilloso.
Sinnerman es, sin duda, una de mis canciones favoritas de Nina Simone y, por tanto, de todas en general. Me parece la canción perfecta y me llena de buenas vibraciones.
Hoy la necesito después de sufrir ayer una mañana terrible, como tantas, pero que acabó con un golpe al coche la esquina de una pared del garaje, ni siquiera contra ese pilar que se te echa encima siempre. 
Tras mi enésima discusión, esta vez con mi jefe, a raíz de otra el jueves pasado -me quedé tan frustrado e impotente que adelanté 4 horas mi vuelo a GC para perder de vista la isla-, salí directo a la piscina, donde nadé algo menos de una hora para sacudirme los malos rollos como un perro. Pero me temo que, visto lo visto, no lo logré tal y como quedó el costado del coche; el pobre, que no tiene culpa alguna de mis problemas matutinoprofesionales.
Sé que me quedan los días contados en el Ayuntamiento, así que la pregunta no es cuánto sino cuándo. Si logro estabilizar mi economía (sí, sí, la dichosa pensión) será, sin duda, uno de los mejores días de mi vida.
Un poco de optimismo en este día de la guerra que comienza.

Nina Simone, *Feeling good.

334

 
"El baile de las ratas", Van Kessel (1690)

Lunes, 13°. 334 años han pasado y nada ha cambiado.
Rosana, *Pa ti no estoy.

♫ Me voy a vivir tranquilo
Sin pausa pero sin prisa
Deseo que todo te vaya de lujo
No espero visita
Así que no vayas
Que pa' ti no estoy
Yo pa' ti no estoy ♪

jueves, 14 de marzo de 2024

BASURA


No se me ocurre hoy nada original para el título de lo que se me pasa por la cabeza. Basura, una palabra fácil, sencillita y que dice tanto y tan poco a la vez. Llevamos unos días alimentados a base de Primperán (metoclopramida, 1mg/ml, solución oral, cada 8 horas). No sé cuándo cambiaremos de dieta, no tengo mucha esperanza en ello. Desgraciadamente son cada vez más cosas las que nos provocan el vómito, las náuseas. Ya no la manzanilla (su olor ya me pone malo), esta vez la lista de las especias que lo aderezan todo, escritas en una suerte de idioma esperantil, es profusa: hermanísimo, novioyexnovio, eleccionesanticipadas, puigdemont, pedrosánchez, feijóo, dimitausted, cállesemajadero, ytúmás, inspecciónsalvaje, ubicuokoldo y algunas más que no recuerdo, ni falta que hace.
Los últimos años de le talebasura y sus programas coprofágicos se caracterizaron ¡a saber si siguen igual! por despellejarse entre los participantes, entre los "periodistas" que formaban parte del propio espacio. Se echaban en cara unos a otros sus miasmas, se sacaban los ojos como cuervos criados unos con otros, que es lo que eran más o menos. Y nos parecía que no se podía caer más bajo, que se había exprimido la mierdifórmula televisiva hasta la sangre final. Pero no, he aquí que la realidad vuelve a supera a la ficción y llegamos al cenit, testigos de cómo el Parlamento de España ¡España! se ha convertido en un plató de televisión, en un Sálvame deluxe, en un Tómbola, en un asco, en the worst
Nosotros, los ciudadanos, los españolitos de bien, la chusma, la plebe, los contribuyentes, los pringados, los madrugadores, los proletas, o sea todos los que no son ellos (y somos mayoría, aunque no lo parezca a simple vista), importamos menos que nada, somos los leprosos de Ben Hur, los invisibles de Tom Percival, los transparentes de Onsjaki, el marlín de Hemingway, la perla de Steinbeck, el Jamal de Slumdog, las hijas de Bernarda Alba... 
Tenemos suerte de vivir aquí, estamos en buenas manos.
Lástima que no se saquen los ojos en alguno de sus esperpénticos programas en el hemiciclo como el de ayer.
Y tú más, y tú más, y tú más, y tú más, y tú más, y tú más, y tú más, y tú más, y tú más, y tú más, y tú más. Elevado a infinito.

PD. Estoy nervioso porque aún faltan unas horas para que abra la farmacia del pueblo y se me está acabando el jarabe. 
Los Panchos, *Basura.

miércoles, 13 de marzo de 2024

OTHER NEWS

 





THE NAME OF THE GAME



Cada vez más estudios corroboran la importancia de dormir bien, dormir largo y tendido, cosa que a veces la vida te impide. Anoche, sin ir más lejos, me llaman para darme la triste noticia de la muerte del padre de un compañero (uno de los buenos) del ayuntamiento. Mala racha llevamos. Allí me encamino con mi amiga J y no vuelvo a casa hasta las 12. Ya ven, a las 5 de vuelta al trabajo. Sumen.
Step by step, no tuve "suerte" con lo de ganar un dinerito con la venta de mascarillas, como casi todos los 47 millones de españoles; bueno, algo menos porque, visto lo visto, sí hubo quien, como Rhett Butler se lucraron, no con la guerra pero sí con el COVID. Está claro que el no corre (corrió), vuela (voló). No se salva ni el apuntador, que hubiera dicho mi abuela Hermin.
Ayer, leyendo todo sobre los actos del aniversario de los atentados yihadistas del 11M en España, el mayor de la historia, acabo avergonzado de cómo se politiza cualquier cosa. Hasta Aznar, que mejor estaría calladito, sale a defender su nefasta gestión de aquello. No tienen ni el menor ápice de examen de conciencia, ¡la soberbia al poder! Me consuela pensar que la Historia los pondrán en su lugar tarde o temprano. Los periódicos, los primeros, echando leña al fuego -el ABC de pena. ¡Viva el rey! ¡Pedro Sánchez al paredón! Hecho en falta una pequeña noticia, en la esquina, acerca de las mentiras de la pederastia de la Iglesia, pura manipulación de los judeomasones y el lobby gay, comunistas todos, a sueldo de Venezuela-. Qué deben pensar las víctimas del atentado, los familiares de los muertos y la gente de bien, Feijóo dixit, ante tanto esperpento. Hemos llegado a un punto (sin retorno, me temo) que ni en momentos como estos podemos aparecer unidos. ¿Cómo vamos a sentirnos plenamente europeos si no logramos ser ni siquiera españoles plenos? He llegado a leer, en boca de un juez, que la Guerra de Irak nada tuvo que ver con que los yihadistas pusieran el ojo sobre nuestro país. Un juez, y tan ancho. ¿De verdad se creen estas cosas que sueltan por esas boquitas? Nos quejábamos de Belén Esteban y su troupe, pero ya ni TELE5, el día a día nacional da para tertulianos a la altura y supera la basura televisiva.
Y mientras, en el Imperio, donde no deben tener problema alguno, la manipulación en la manga de la hija de Catalina de Gales se convierte en noticia de portada de todos los periódicos, incluidos los españoles. La majadería puede ser, y de hecho lo es, ilimitada. ¡Cosas de ricos! 
Ya uno no reconoce el juego, no le puede dar un nombre. O sí, he ahí la desazón.

PD. Parece éste un buen momento para ver la serie "Nos vemos en otra vida", impecable, estremecedora y necesaria, según Fotogramas. 
Abba, *The game of the game.

Forges, sabio forever.

martes, 12 de marzo de 2024

IRIS APFEL, RIP

 

El legado irreverente de Iris Apfel, icono del mundo de la moda
Celebridad internacional de la moda, su exitosa exposición del Met viajó a otros museos y, como una estrella de rock, atrajo a miles de personas en sus apariciones públicas.
The New York Times, 03.MAR.24

Iris Apfel, una matrona de la alta sociedad neoyorquina y diseñadora de interiores que en los últimos años de su vida impactó al mundo de la moda con un atrevido estilo bohemio que mezclaba lo vintage hippie y la alta costura, y que encontraba tesoros en los mercados de pulgas y se regodeaba con las contradicciones, falleció el viernes en su casa de Palm Beach, Florida. Tenía 102 años.
Stu Loeser, portavoz de su patrimonio, confirmó la muerte.
Apfel, quien se presentaba como una “estrella geriátrica”, en sus 80 y 90 años marcó tendencia con conjuntos clamorosos e irreverentes: una chaqueta Bill Blass cuadrada y multicolor con falda de baile Hopi tintada y botas peludas de piel de cabra; un esponjoso abrigo de noche de plumas de gallo rojas y verdes con pantalones de gamuza rotos hasta las rodillas; un conjunto de suéter de angora rosa y falda de paneles de brocado chino del siglo XIX.
Sus accesorios, que combinaba de manera disruptiva, podían ser una máscara enjoyada o un collar de cuentas de jade que le llegaba hasta las rodillas, un bolso de hojalata con forma de terrier, bufandas peludas enrolladas al cuello como un montón de pitones y, casi siempre, sus característicos brazaletes y gafas de búho, grandes como platillos.
Apfel era alta y delgada, lucía su cabello corto níveo y tonos escarlata en los labios y las uñas, era una ancianita entre las modelos de la Semana de la Moda y una auténtica regateadora de “noo yawk” (“Nueva York” en acento marcado de la ciudad) en cualquier tienda de Harlem o en un bazar de Túnez. Muchos la llamaron estridente, chiflada, estrafalaria, incluso vulgar, por sus atuendos como una capa de plumas de pato con puntas doradas y botas Yves Saint Laurent de satén fucsia hasta el muslo.
Pero Apfel tenía un gran argumento.
“Cuando no te vistes como todo el mundo, no tienes que pensar como todo el mundo”, le dijo Apfel a Ruth La Ferla, de The New York Times, en 2011, cuando estaba a punto de salir en televisión nacional para vender en Home Shopping Network los pañuelos, las pulseras y los abalorios que había diseñado.


Durante décadas, a partir de los años cincuenta, Apfel diseñó interiores para clientes privados como Greta Garbo y Estée Lauder. Con su marido, Carl Apfel, fundó Old World Weavers, que vendía y restauraba textiles, entre ellos muchos de la Casa Blanca. Los Apfel recorrían museos y bazares de todo el mundo en busca de diseños textiles. De manera regular, también añadía prendas a las enormes colecciones de su apartamento de Park Avenue, en Manhattan.
Los Apfel vendieron su empresa y se jubilaron en 1992, pero ella siguió fungiendo como asesora de la firma y siendo una mujer vanguardista, un espíritu libre conocido en la sociedad y entre los entendidos de la moda por ignorar los dictados de la pasarela en favor de sus propios estilos artísticamente contradictorios.
En 2005, el Museo Metropolitano de Arte, ante la cancelación de una exposición y buscando un sustituto de última hora, la contactó con una propuesta audaz: montar una exposición de su ropa. El Met ya había expuesto piezas de colecciones de diseñadores, pero nunca el vestuario de una persona.
La muestra, Rara Avis: Selecciones de la colección Iris Apfel, reunió 82 conjuntos y 300 accesorios en el Instituto del Vestido del museo: pulseras de baquelita de la década de 1930, brazaletes tibetanos, un traje de viaje con estampado de tigre diseñado por ella misma, un robusto abrigo de cordero mongol y ardilla de Fendi expuesto en un maniquí que se arrastraba desde un iglú.


“Esta no es una colección”, dijo Apfel. “Es un asalto a mi armario. Siempre pensé que para exponer en el Met tenías que estar muerta”.
Harold Koda, el curador que ayudó a organizar la exposición, dijo: “Para vestir de esta manera, tiene que existir un sentido visual educado. Hace falta valor. No dejo de pensar: No intentes esto en casa”.
Poco después, la exposición era la comidilla de la ciudad. Bajo una avalancha de publicidad, los estudiantes de arte, diseño e historia social abarrotaron las galerías junto a la multitud de la sociedad de las limusinas, autobuses llenos de turistas y grupos de niños parlanchines. Carla Fendi, Giorgio Armani y Karl Lagerfeld también asistieron.
“Una mirada inusual en un museo a una árbitra de la moda, no a un diseñador”, así fue como el Times calificó la exposición, añadiendo: “Su enfoque es tan inventivo y temerario que rara vez se ha visto algo parecido desde que Diana Vreeland puso su sello exótico en las páginas de Vogue”.
Casi de la noche a la mañana, Apfel se convirtió en una celebridad internacional de la moda pop, que aparecía en revistas y campañas publicitarias, a la que se celebraba en columnas y blogs, a la que se le pedía que fuera a dar conferencias y seminarios. La Universidad de Texas la nombró profesora invitada. La exposición del Met viajó a otros museos y, como una estrella del rock, atrajo a miles de personas a sus apariciones públicas.
Multitudes se presentaron para obtener su firma en librerías tras la publicación en 2007 de Rare Bird of Fashion: The Irreverent Iris Apfel, un libro del fotógrafo Eric Boman sobre su guardarropa y joyas.
Iris, un documental de Albert Maysles, se estrenó en el Festival de Cine de Nueva York en 2014, y en 2015 fue visto por entusiastas espectadores de cine en Estados Unidos y el Reino Unido. Manohla Dargis, crítica de cine del Times,dijo que era un “insistente rechazo a la conformidad monocultural” y una “deliciosa revelación sobre la vida, el amor, las gafas con personalidad, las pulseras del tamaño de neumáticos de triciclo y el arte de hacer la más grandiosa de las entradas”.
En 2016, Apfel participó en un anuncio de televisión del coche francés DS 3, se convirtió en el rostro de la marca de moda australiana Blue Illusion e inició una colaboración con la empresa emergente WiseWear. Un año después, Mattel creó una muñeca Barbie única con su imagen. No se lanzó a la venta.
En 2018, publicó Iris Apfel: ícono accidental, una colección autobiográfica de reflexiones, anécdotas y observaciones sobre la vida y el estilo. Al cumplir 97 años en 2019, firmó un contrato de modelaje con la agencia mundial IMG.


Iris Barrel nació el 29 de agosto de 1921 en Astoria, Queens, hija única de Samuel Barrel, propietario de un negocio de vidrio y espejos, y de su esposa Sadye, de origen ruso, propietaria de una boutique de moda. Iris estudió historia del arte en la Universidad de Nueva York y arte en la Universidad de Wisconsin, trabajó para Women’s Wear Daily y fue aprendiz de la diseñadora de interiores Elinor Johnson antes de abrir su propia empresa de diseño.
Se casó con Carl Apfel, ejecutivo publicitario, en 1948. No tuvieron hijos. Su marido murió en 2015 a los 100 años.
Su empresa, Old World Weavers, restauró cortinas, muebles, tapices y otros tejidos en la Casa Blanca para nueve presidentes, desde Harry Truman hasta Bill Clinton.
Los apartamentos de Apfel en Nueva York y Palm Beach estaban llenos de muebles y cachivaches que podrían haber salido de una película de Luis Buñuel: gatos de porcelana, peluches, estatuas, jarrones ornamentados, espejos dorados, frutas falsas, loros disecados, cuadros de Velázquez y Jean-Baptiste Greuze, un maniquí sobre un avestruz.
El diseñador de moda Duro Olowu declaró a The Guardian en 2010 que la obra de Apfel tenía una cualidad universal. “No es una tendencia de moda”, dijo. “Apela a cierto tipo de alegría en todas las personas”.

Robert D. McFadden es un redactor sénior de la sección de Obituarios y ganador del Premio Pulitzer de 1996 por informes locales generales o de noticias puntuales. Se incorporó al Times en mayo de 1961 y también es coautor de dos libros.

AY AY(USO)


Ya empiezan las puñaladas por la espalda. Hoy Pablo Casado debe estar regocijándose ante las expectativas y Feijóo frotándose las manos por lo que le viene encima...
Sí, sí, la culpa es siempre del árbitro. Que sí, mujer, tú como la infanta Cristina, enamorada, sorda y ciega.

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SIN (CON) PALABRAS

 

MARTES CON SABOR A LUNES


8°, mañana fría en La Esperanza. La más, hasta ahora.
Me despierto sin razón a las 3:30 de la madrugada para darme cuenta que han saltado los plomos, mi despertador está apagado y la habitación sumida en la más absoluta oscuridad. Palpo en busca del móvil y, con la linterna encendida, me acerco hasta el cuadro eléctrico en la cocina para comprobar que, efectivamente, uno de los diferenciales está bajado. Lo subo y nada, vuelve a su posición inerte. La cocina se enciende, al menos, única estancia de la casa donde hay electricidad. Empezamos bien, pienso. Dormí mal, como es costumbre, me duele el cuello, ídem, debo afeitarme con la linterna del teléfono en la mano izquierda y vestirme de igual modo, aunque por lo menos puedo hacerme un café y sentarme en la cocina a leer un rato hasta que sea la hora de bajar al garaje e incorporarme al flujo fantasmal de vehículos madrugadores.
La casa se cae a cachos, al menos la de encima. Goteras por todos lados; cuarto de baño, despacho, pasillo... Pasan los meses y nada ocurre. Una mañana me despertaré no porque se haya ido la luz sino porque se me habrá caído parte del techo encima. Sólo espero que, si es así, no sufra y sea rápido.
Llego a mi trabajo, me tomo el segundo cortado y me siento ante el ordenador para descubrir 7 ¿o han sido 8? mensajes urgentísimos para hacer y/o modificar este informe o el otro. Alguien que no vio antes lo que vio ahora, alguien a quien le gusta más esto así y no de otra manera. Estoy absolutamente harto, cansado, aburrido, desencantado, molesto, fastidiado, superado, ahíto.
Dimitió por “causas personales”, dijeron. Otros dirán que no aguantó más.

PD. Y todavía no he abierto el correo.
José González, *Killing for Love.

lunes, 11 de marzo de 2024

11M


Es 11M.
Estallaron los funestos trenes.
¿Veis ese río rojo de luces?
No debemos olvidar aquello... jamás.
¡Buenos días!
20 años.
En España hemos padecido el peor de los atentados islamistas de Europa. Con ayuda, por supuesto, de gentuza local.
Y, para rematar el crimen... la infamia: las mentiras profesionales de varios sobre la autoría.
Hay deber doble de recuerdo: Por las personas asesinadas; por las supervivientes.
Yo nunca voy a olvidarlas, ni a las personas que fueron salvajemente asesinadas ni a las que arrastran las múltiples secuelas que aquella barbarie.
Enviemos un abrazo enorme a quienes sobreviven.

Amelia Varcárcel.

HUMOR, REMEDIO INFALIBLE

 


MADRID, VUELTA Y VUELTA

 
Esta vez el viaje dio para poco, sólo estuvimos dos días, aunque aprovechamos el tiempo e inauguramos la opción BINTER. Frío hacía, pero la suerte nos acompañó y únicamente nos llovió la noche del viernes de camino al hotel. La pena fue que, estando en lista de espera para una visita guiada a la Biblioteca Nacional, la mañana del viernes, nos confirman las plazas a una hora imposible pues aún no habíamos aterrizado en Barajas. Esta visita se queda en la lista de cosas que ver, como así también la iglesia San Francisco el Grande. Nos dio pena no tener tiempo para ir a "La Fábrica", dentro del Madrid Design Festival 2024, donde se expone una retrospectiva de Miguel Milá, el famoso diseñador (pre)industrial.

El viernes 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, multitudinaria manifestación en Madrid, nosotros en el Reina Sofía esa tarde. El sábado, mientras nos encaminábamos al Matadero, nueva manifestación, esta vez menos populosa (4 gatos, dijeron las malas lenguas) contra la amnistía catalana, cómo no, organizada por los de siempre. Los allí presentes, junto a la Cibeles, entonaban muy felices una educada y respetuosa cantinela que decía así: ♫¡Peeedro Sáncheeez, hijooo de putaaa!♪. Un poco de todo, ya ven.

Sí vimos, en cambio, una magnífica exposición temporal, como era de esperar, en el Thyssen, en esta ocasión de Isabel Quintanilla (por cierto, su biografía es apasionante). Obra de gran realismo, retratos íntimos de sus casas, de sus viajes, de su vida. Un placer para los sentidos. Del Thysen al Reina Sofía donde, sin olvidar la visita obligada al siempre impactante Guernica de Picasso, nos sumergimos en la antológica exposición de Antoni Tàpies, al que amas o al que odias. Varias salas dedicadas al pintor que recorrimos sin prisa y sin pausa, visita algo azarosa al final. Entre una y otra nos dio tiempo de darnos un salto a CaixaForum, donde nos interesaron las exposiciones "Arte y Naturaleza" y "Horizonte y límite. Visiones del paisaje". Oferta cultural en el siempre magnífico edificio. 
Tres de cuatro el primer día (la Biblioteca Nacional no fue posible), nos esperaba Matadero Madrid el sábado por la mañana y teatro por la tarde. En esta viaje compramos entradas para el musical "We will rock you", sobre Queen, que estuvo bien, entretenido sin más, en un teatro más bien pequeño pero con nombre rimbombante. Buenos cantantes pero puesta en escena floja. 
Antes habíamos pasado la mañana viendo el remozado matadero municipal reconvertido en un interesante centro de arte contemporáneo -al que yo le hubiera cambiado el nombre, sin dudarlo-. Nos apuntamos a una visita guiada que aguantamos no más de media hora, al percatarnos que tanta explicación sobre cabezas de ganado, salas de degüello, despiece, etc., era más que innecesaria. Nos dimos un paseo por las instalaciones, entramos en varias exposiciones y volvimos al centro para ir al teatro. 
Cena, paseíto de vuelta al hotel y a la cama. 
Un resfriado que aún conservo, exposiciones todas interesantes y poco más que añadir salvo las consabidas, mudas y caóticas imágenes que, valiendo más que mil palabras ilustran, a su vez, mi pequeña crónica.
¿Lectura? "El Murciérlago", de Jo Nesbø.

Museo Thysen-Bornemisza




CaixaForum








Centro de Arte Reina Sofía









Gran Teatro CaixaBank Príncipe Pío



Matadero Madrid